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Tsvetelina y sus felices búfalos de la especie murrah búlgaro

Foto: Archivo personal

Ella es bella, esbelta, joven y tiene buena formación. Posee todas las cualidades para tener una exitosa carrera en el podio de la moda o en el mundo de la publicidad. Sin embargo, ha elegido criar búfalos en su aldea natal. Ella es Tsvetalina Nedkova. Se ha graduado por la universidad en las especialidades de Economía y Alta Tecnología con notas excelentes. Contrariamente a todas las expectativas esta joven dama decidió regresar a la granja de sus padres en la aldea de Dolna Lipnitsa, cerca de Veliko Tarnovo, donde transcurrió su infancia. En vez de dedicarse a cuidar vacas, Tsveti abordó un nuevo reto: la cría de búfalos. Para este fin ella compró un búfalo hembra, junto con sus dos crías de la especie murrah búlgaro.


Hoy, casi 10 años después, Tsveti es una feliz propietaria de una manada de 49 búfalos. A diferencia de las vacas, los representantes de esta especie consumen con facilidad los forrajes más duros, son resistentes a distintas enfermedades, son longevos y su leche tiene mejores cualidades, señala su dueña. Además, los búfalos son más sensibles que las vacas y tienen apego a las personas que las cuidan. “Mi búfalo favorita se llama Chudomira, es la primera cría que nació en nuestra granja. Es más inteligente que un perro”, afirma Tsvetomira. La granjera apuesta en la inseminación artificial para elevar el número de sus animales. El objetivo es que se conserven al máximo las cualidades genéticas de la especie murrah búlgaro. 


“Los búfalos en Bulgaria son menos en comparación con otros tipos de bovinos, como las vacas, por ejemplo. La idea de la inseminación artificial es utilizar búfalos de calidad de especies más antiguas. Hace años que en Bulgaria no se importan nuevos búfalos y la única variante de “refrescar” a esta especie de búfalos es la importación de la India. En unas pocas granjas se realiza la inseminación artificial a causa de esta característica. En realidad, la especie búlgara de murrah es un cruce entre el búfalo murrah indio y el búfalo búlgaro, es una especie mediterránea, la misma que criaban nuestras abuelas”.


Tsveti y su esposo cuidan solos de sus animales. En estos momentos invierten medios para mejorar la infraestructura de la granja de modo que sus búfalos murrah búlgaros gocen de las más lujosas condiciones y den leche “más feliz”.

“La granja está registrada en el marco de la disposición 26 que nos concede el derecho a vender leche directamente a personas físicas. Una persona de la aldea puede comprar de manera absolutamente legal 10 o 20 litros de leche cruda de búfalo. De esta manera en el marco de poco más de dos años hemos conseguido posiciones tan buenas en el mercado que nuestra leche está reservada para los próximos 10 a 15 días. Vendo toda la leche de esta manera. Antes trabajábamos con una lechería, pero sus precios de compra no son tan buenos y por otro lado, el mercado no es seguro. Las granjas son pequeñas y para las lecherías no es rentable que recolecten la materia prima de distintos lugares. Por esto nos vimos obligados a buscar otra variante y ésta resultó exitosa. Ahora nuestra leche va directamente a las personas a las cuales deseamos venderla. Se trata de nuestros aldeanos y de personas de otras poblaciones que se acostumbraron a nuestro producto. La competencia no es grande: exceptuando a una pequeña granja similar a la nuestra, en toda la región no hay otras granjas”.


En estos momentos Tsveti planea habilitar una pequeña lechería para la producción de yogurt de leche de búfalos, queso y otros productos ecológicamente limpios. Mientras tanto sus animales atractivos no se pierden una participación en la Feria Nacional de Ganadería en la cual han ganado el primer premio en dos años consecutivos. 

Fotos: Archivo personal de Tsvetelina Nedeva 

Traducido y publicado por Hristina Táseva



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