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María Nikolova, una búlgara de Besarabia que devolvió a su familia a sus raíces

María Nikolova
Foto: Radio Shumen

La región ucraniana de Bolgrad se considera una especie de capital de los búlgaros de Besarabia. Es la región donde vive la población étnica búlgara más compacta en el extranjero. Nuestros compatriotas encontraron refugio en Besarabia y establecieron allí sus pueblos, huyendo de los invasores otomanos hace más de 200 años. A lo largo de los siglos, aunque aislados de sus raíces, consiguieron preservar su lengua y su cultura. Nosotros, los búlgaros de Bulgaria, solo hace unas décadas que hemos empezado a descubrir por nosotros mismos el tesoro etnográfico que ellos conservaron.

Nuestra protagonista, María Nikolova, procede de uno de los pueblos de Bolgrad, Vinogradovka, pero en algún momento el destino la devolvió a su patria ancestral y hoy vive en el pueblo de Zaychino Oreshe, en el municipio de Novi Pazar. En declaraciones a Hristina Dimitrova, de BNR Shumen, María cuenta que los habitantes de su pueblo natal hablan entre sí en una lengua búlgara especial, llena de palabras arcaicas y dialectales, aunque no la escriben. Nos cuenta lo siguiente sobre el origen del pueblo:

El pueblín Vinogradovka

"Ocho familias fundaron el pueblo. Hace años tenía unos 8,000 habitantes. Ahora quedan unos 3-4 mil. Sin embargo, sigue siendo uno de los pueblos más grandes de la región de Artsizki, donde predomina la población búlgara. Todos los que se han ido han conservado su dialecto y sus costumbres, manteniendo vivo el espíritu búlgaro.
Algunos de los búlgaros de Vinogradovka descienden de emigrantes de la región de Shopski, mientras que otros provienen de la región de Sliven."

"Por mi experiencia sé que nuestra gente de esta región, donde nací, quiere mucho a Bulgaria. Cuando oyen música búlgara, se mueren por escucharla. Mi madre, que en paz descanse, cantaba muy bien. Cantaba grandes canciones, y todavía las escucho; los Shopi cantan esas canciones, las más largas. Han conservado lo búlgaro: los cantos, las canciones, las costumbres, y eso es lo que los mantiene, tal vez. Se sienten búlgaros, son búlgaros", dice María.
Abierta de mente, artista enérgica de su propio destino y dotada de un sutil sentido del humor, hoy -exactamente 30 años después de su llegada a Bulgaria, el 6 de septiembre de 1994- María es categórica: "Ahora pienso en búlgaro", es decir, se siente en casa y en Bulgaria.


Con un título de ingeniera por la Academia de Industria Alimentaria de Odesa, en su Ucrania natal, nuestra interlocutora ascendió en la escala jerárquica desde técnica de laboratorio hasta jefa de dos talleres -de confitería y de conservas- en una fábrica de Artsiz. Y de repente, a los 33 años, decidió trasladarse a Bulgaria, impulsada por el amor. Pero la condición era que su nuevo marido aceptara al hijo de su primer matrimonio y, como resultó más tarde, a toda la gran familia. Él los aceptó con los brazos abiertos, dice María entre risas.

"Tengo un hijo de mi primer matrimonio, está aquí conmigo. Traje a mis dos hermanas, que están casadas aquí. En 1998 traje a mi madre y a mi padre. Mi tatarabuelo había llevado a la familia a Ucrania, y yo la traje de vuelta", cuenta nuestra compatriota.
El segundo hijo de María, nacido en suelo búlgaro, se convirtió en una especie de puente entre su vida anterior y la de Zaichino Oreshe.


"Me gustó mucho el pueblo. Al principio, no tenía trabajo porque tenía a mi hijo pequeño. No había nadie que pudiera cuidar de él, y tampoco había guardería. Cuando mi hijo empezó primero de primaria, empecé a trabajar. Prácticamente no había sabía escribir en búlgaro hasta entonces. Él comenzó primero de primaria, y yo también" -se ríe María-. "Comencé a trabajar en el ayuntamiento, donde era responsable del empleo temporal. Por supuesto, había compañeros que no me veían como una búlgara, sino como una rusa. Resulta que allí, en Ucrania, soy búlgara, y aquí soy rusa, porque vine de allí, aunque soy búlgara tanto allí como aquí".

En sus primeros días en el Ayuntamiento, María Nikolova conoció a Myuzeyam Ali, una compañera suya, que la ayudó a adaptarse rápidamente a la rutina laboral. De ahí nació una verdadera amistad que perdura hasta hoy. Después de tantos años, Myuzeyam y María siguen juntas, solo que ahora como presidenta y vicepresidenta de la asociación de mujeres "Hayachi" de Novi Pazar, trabajando por la integración de los grupos vulnerables y por el derecho a una vida digna para todos los miembros de la sociedad, una misión a la que ambas están profundamente entregadas.

La asociación de mujeres

Texto: Miglena Ivanova a base de una entrevista de Hristina Dimitrova de BNR Shumen

Traducido y publicado por Borislav Todorov

Fotos: Radio Shumen, archivo , villagelife.bg


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