Doce millones de personas mueren cada año por enfermedades transmitidas a través del agua potable, y la cifra sigue creciendo. Por eso, el reto para la ciencia es cómo neutralizar los nuevos contaminantes. Entre los investigadores de todo el mundo, que buscan una solución a este problema, se encuentra la joven científica búlgara Dra. Nina Kaneva-Dobrevska, recientemente galardonada con el Premio “Por las Mujeres en la Ciencia", otorgado por una empresa mundial de cosméticos y la UNESCO.
Nina Kaneva centra su investigación científica en la pureza del agua: uno de los problemas globales para nuestra supervivencia como especie biológica. Su proyecto "Depuración del agua de medicamentos fármacos" impresionó al jurado y le trajo una beca de 5.000 dólares. La científica forma parte del Departamento de Química Inorgánica de la Facultad de Química y Farmacia de la Universidad de San Clemente de Ojrid.
"El problema es realmente actual, global y está relacionado con la existencia de la humanidad, afirma Nina Kaneva. El aire está cada vez más contaminado con gases y el agua con todo tipo de sustancias tóxicas que tienen efectos nocivos para la salud de los animales y los humanos. El informe de la Organización Mundial de la Salud demuestra que muchas enfermedades están relacionadas precisamente con el consumo de agua contaminada, y el número de zonas afectadas crece cada vez más."
Entre los contaminantes emergentes del agua figuran los medicamentos fármacos, que son compuestos activos con distintas funciones y propiedades que hacen daños en todos los niveles de la jerarquía biológica. Las plantas purificadoras de agua no consiguen descomponerlos y llegan al agua, aunque en bajas concentraciones. "Aquí es sumamente importante el papel de los fotocatalizadores, como el dióxido de titanio y el óxido de zinc, que ayudan a convertir los contaminantes tóxicos en sustancias inocuas", añade la científica. Su objetivo es contribuir con la ayuda de los fotocatalizadores "a superar los obstáculos ante la mineralización completa de los medicamentos farmacéuticos y a la obtención de agua limpia".
Detrás de las enigmáticas y carentes de emoción fórmulas químicas, la entonces alumna de séptimo grado Nina Kaneva descubrió un mundo de inmensos misterios y posibilidades, en el que se adentró poco a poco en la Escuela Nacional de Ciencias Naturales y Matemáticas y en la Universidad de Sofía, así como durante sus especializaciones en la República Checa, Japón e Israel, y en su puesto de trabajo, convertido en un segundo hogar.
Aunque ha recibido muchísimas propuestas de trabajo en otros países, Nina optó por desarrollar su carrera en Bulgaria: "Me quedé aquí porque amo mi país y el folclore búlgaro. Además, Bulgaria tiene mucho que dar a los jóvenes científicos". Ella misma abre las puertas de su laboratorio para animar a los jóvenes con talento a dedicarse a la ciencia en este país, como hicieron con ella sus profesores hace algún tiempo.
"Ahora conmigo trabaja una estudiante de química de segundo curso", cuenta Nina Kaneva. "Es muy joven, tiene talento y es inteligente. La admiro porque ya tiene muchas ideas. Yo personalmente haré todo lo posible para ella realice sus ideas y se quede en Bulgaria".
Como lo hizo Nina que, según dice, ha cumplido todos sus sueños. Hoy ella es madre de una niña, es docente y becaria del programa “Por las Mujeres en la Ciencia. "Pero detrás de todos estos sueños hay muchas dificultades, muchas noches sin dormir, muchos experimentos fallidos, 77 artículos científicos y unas 100 presentaciones en congresos científicos", admite ella. A la pregunta: "¿No tienes aún un nuevo sueño?", responde: "Soy demasiado feliz para pensar en ello".
Versión en español de Borislav Todorov
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