“Toda mi familia visitaba el taller fotográfico Foto Kemilev de este magnífico fotógrafo. En el escaparate del taller estaban expuestos un gran número de retratos de músicos, artistas, pintores y escritores formando toda una galería”.
La señora Dimi Dimcheva, cuyo nombre embellecía a mediados del siglo pasado los carteles de la Filarmónica de Sofía dejó estas palabras que son comprensibles solamente para los vecinos de Sofía mayores de edad que se conmovían al ver las imágenes de sus familiares en los gruesos álbumes antiguos. Sin embargo, como solía suceder en el pasado comunista, el nombre del amado y respetado fotógrafo de repente desapareció.
“Nuestro padre Todor Ánguelov Kemilev nació en 1910 en la ciudad de Dobrich, comienza su relato Yoanna Kemileva. Es un gran nombre en la fotografía búlgara que está olvidado y su obra fue borrada a causa de las circunstancias en nuestra vida. Su hermano se graduó en la especialidad de farmacia, su hermana estudió medicina, y mi padre comenzó a trabajar en el taller del armenio Sagasián, de quien aprendió los secretos técnicos en la fotografía. Cuando nuestro abuelo vio el entusiasmo con el cual mi padre comenzó a ejercer su profesión, los dos fueron a Viena desde donde compraron un aparato fotográfico que es el único objeto que logramos conservar de la confiscación y de la destrucción total de los bienes de mi padre”.
Ambicioso, innovador, vanguardista: penas a los 17 años Todor Kemilev abrió un taller fotográfico en su ciudad natal. Ya había pintado el icono de santa Marina en la iglesia local San Jorge y utilizando sus habilidades de pintor creaba retratos artísticos de los vecinos de la ciudad. En 1940 rodó con una cámara las celebraciones con motivo de la reincorporación de Dobrudzha del sur al territorio de la patria y tres años después rodó una película con motivo del funeral del zar Boris III.
Se casó con Tsvetana Stambolova y en 1942 se asentó en Sofía donde abrió su taller fotográfico Kemilev frente a la Embajada italiana en Sofía. Con rapidez logró imponer su nombre en medio de la sociedad de Sofía y fotografió a políticos, personalidades del arte y ciudadanos de a pie.
“Trataba a cada uno con gran atención, cariño y respeto, cuenta la otra hija de Todor Kemilev que heredó su talento. Lograba hacer sonreír a sus clientes y crear una atmósfera amena que emanaba de sus fotos”.
Todor Kemilev es uno de los ocho profesionales condecorados con la insignia de Fotógrafo-pintor a quienes les fue permitido conservar sus talleres privados después del golpe de Estado del 9 de septiembre y la nacionalización de los bienes inmuebles que siguió.
Hasta finales de su vida el fotógrafo gozó de gran respeto. Abandonó este mundo en 1969 permaneciendo fiel a su vocación hasta sus últimos días. Su hija mayor Amtoaneta heredó el taller Foto Kemilev que existió cuatro años más, hasta que un día la joven no diera el paso fatal que en un instante borraría el nombre del amado y respetado profesional y gran personalidad Todor Kemilev.
En 1973 Antoaneta huyó de Bulgaria y fue condenada a tres años de cárcel y una multa. Todos los bienes de la familia, su apartamento y el taller, las fotografías, los negativos y los aparatos fotográficos fueron confiscados. Sus familiares fueron sometidos a interrogatorios, persecuciones y limitaciones. A pesar de que después del 10 de noviembre de 1989 la familia comenzara a rastrear el patrimonio visual de 42 años de Todor Kemilev, de éste ya no había quedado nada.
“A pesar de que han pasado50 años no me es fácil hablar sobre el tema. En aquel entonces no me daba cuenta de las consecuencias”, cuenta Antoaneta Kemileva desde Canadá donde se asentó después de huir de Bulgaria. Junto con su hermana Yoanna hace lo posible para rehabilitar el nombre y el arte de este pintor en las artes fotográficas.
Ya tienen organizadas dos exposiciones en Sofía y en Dobrich pero esperan ampliar la memoria de su padre mediante los archivos familiares de varias generaciones e búlgaros.
“Pedimos a las personas que en sus álbumes familiares guardan fotos con el sello de Foto Kemilev que nos llamen para que las escaneemos, dice Yoanna Kemileva. Nuestro padre no merecía este destino, parece que nunca hubiera existido, pero esto se refiere lamentablemente a muchos otros búlgaros cuyos destinos fueron quebrados por razones que no dependían de ellos. Ahora, después de tantos años, queremos homenajear a Todor Kemilev porque su nombre es muy significativo para la historia de la fotografía búlgara y no debe ser olvidado”.
Fotos: archivo personal de Antoaneta y Yoanna Kemilev
Versión al español de Hristina Táseva
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